Surcos ...
Resbalaban por los surcos inundandolos,
aquellas lagrimas quizás buscando que brotaran
como retoños, los recuerdos que aliviaran la pena
que como represa la tenían embargada
esas lagrimas, confundidas con la fina lluvia
humedecían su rostro, aumentando el caudal,
que en apurado descenso, escogían los surcos
mas profundos de aquella curtida cara
ademas, la neblina que la envolvía, no la dejaban
ver mas allá de sus propias lagrimas ... o sería
que sus gastados pensamientos, le impedían ver
con claridad la realidad que la retenía.
Era la anciana del pueblo, que sentada
en el banco de su placita, estaba convertida
en una verdadera modelo para pintores
que les gusta dibujar el alma con sus expresiones
estaba sola, ... aunque no lo creo, la acompañaron
toda la tarde sus propias lagrimas y sus pensamientos
difíciles de escoger por la huellas que deja en ellos
el tiempo y las experiencias vividas.
Los frondosos arboles en magnánima compresión,
la cobijaban como paraguas, le rinden pleitesía y cariño,
a quien ha sido su incondicional compañera durante
el incomprensible tiempo, ha sido su abuela, su madre y su hija.
Ellos junto a sus lagrimas eran sus únicos compañeros,
era a quien tanto necesitaba en esos momentos, y ellos
respondían agradecidos ante aquella mano bondadosa
que tantas veces los regó con lagrimas de ternura
ya su presencia no se dibujaba claramente ante sus ojos,
era casi como si los adivinara, y quizás, solamente ellos
serían los que comprendían su pena, ya no los podría
seguir acariciando con esa mirada conque se mira
a quien se ha amado, solo por el goce de verlos crecer
Si, ... ya sus ojos no verían la luz colarse entre sus ramas
formando figuras convertidas en poesía, le daban
a su existencia la alegría de saber que solo un ser era capaz
de armonizar la belleza de las formas en que las veían sus ojos,
con aquellos sentimientos de amor que se sembraron en su alma.
Así fue, como en aquel preciso momento, todo se envolvió
en una sola sombra, así vió llegar, lo que no quería ver
que llegara nunca ... sus lagrimas aumentaron su raudal
... y la realidad la arropó en aquella sombra ... ya no veía.
pero, de pronto ... ¡ su pena se hizo sublime !
como si hubiese sido tocada por la mano
del único ser capaz de dotarnos de esplendor
... ahora vería con los ojos del alma.
lechería, julio 2009
h. padilla carrasco
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