" Si te perdistes el amanecer que hice para ti hoy, no importa, te haré otro mañana "
Y Dios me permitió ver el nacimiento
de un lucero en la conformación
del universo infinito, de mi universo,
lágrimas abundaron en mis ojos
iluminando aún más el propio brillo
de quien ya anunciaba su destino,
con su sola presencia. Fue la concesión
del permiso una bendición del Creador.
Inmediatamente, cuando la necesidad
se torna anhelante, fue el lucero puesto
en el regazo de quien fue utilizada como
vientre del Creador; y el alumbramiento
atrajo a testigos expectantes al
tan alegre y hermoso acto, irradiando
además, el lugar con concierto de sonrisas
que adornaron su fulgurante brillo
como inquietas y cómplices luciérnagas
que danzaban alegres a su alrededor.
Fue su mirada tierna e inocente la que impactó
los corazones y definió los sentimientos,
se hizo elocuente por su propia inquietud,
adornada con la gracia de los que sólo
la poseen los enviados a un propósito mayor.
Irreverencia ante lo estatuido,
justicia como camino a la paz,
fidelidad a los sentimientos propios
y de cercanos como solidaridad
para la convivencia, se han convertido
en su necesidad para poder vivir
como comprensión de ese propósito.
Es un lucero cuya luz ingenua
parpadea itinerante como la estrella,
en la noche de un cielo despejado,
que parece enviar su mensaje de amor,
a quienes lo contemplamos con los ojos
brillosos, ahora no por lágrimas,
sino por la ilusión y el orgullo de estar
acompañados en nuestras vidas,
por su mágico encanto, llenandonos
de amor. Y además, brindando su
inagotable brillo a quienes,
gracias al Creador, ha permitido
en su incomprensible aleatoriedad,
compartir el espacio de su inigualable universo.
h. padilla carrasco
lechería, 16/08/2012