Infinitas burbujas parecen rasgar su piel
sin embargo, se torna en la mas incansable
caricia, aunque desnuda queda.
Imborrables le quedan las pisadas como
a cualquier ser masoquista que les gusta
las huellas, o quizás es quien, obstinadamente
persiste en vivir junto a ella.
Su humilde inclinación, ante el amor
permite que esa efervescencia borre las pisadas
que una vez dejaron profunda huella en su cuerpo.
La incontenible pasión se interna es su cuerpo
seco de caricias sinceras, que abruptamente
deforman las pisadas inclementes que sin
importancia alguna, la menosprecian dejando
los despojos de una reiterada hipocresía
y permanente indolencia de un amor platónico y egoísta.
La estratégica manifestación de verdaderas
embestidas, parecen besar su cuerpo callado,
que se amolda al recibirlas, aunque acompañadas
de gemidos guturales, son un acorde que acompañan
en cualquiera de sus tonos, aquel clímax de amor
incomprensible.
La incesante muestra de sentimiento obligado,
lo llevara siempre sobre sus anchas espaldas.
Desde lejos se avista la fuerza o la dulzura,
conque vendrán las próximas caricias engañosas,
pero eso sí, llegan como la certeza del amanecer,
para rendirse con añoranza, una y otra vez, siempre
esta dispuesta a dejar que sus sempiternas burbujas
exploten en sus renovadas entrañas.
Y para que, en inédita música le susurre, que no
puede vivir sin ella, que seria imposible existir
uno sin el otro, no como la noche y el día,
porque estos indefectiblemente existen, pero separados,
uno se va para que llegue el otro y se defina ambos,
Lo nuestro es mas como el día y el sol,
como la noche y la luna, que siempre están presentes
como presenciales testigos, cómplices de lo que significa unión,
la cual comenzó con el tiempo y solo DIOS sabrá hasta cuando.
lechería , marzo 2012
h. padilla carrasco
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