" Si te perdistes el amanecer que hice para ti hoy, no importa, te haré otro mañana "

DIOS.

lunes, 9 de septiembre de 2013

EL POLVO DEL CAMINO



“Soy el camino la verdad y la vida”

Es una verdad del tamaño de un templo, como es la dimensión del amor que siente por nosotros para brindarnos la vida eterna.

Si solo hubiésemos tenido la dicha de estar entre las partículas del polvo que le acompañaron durante su trayectoria de vida como ser humano, imagínense por un momento cuanto hubiésemos aprendido del maestro de maestros.

Cuando vino al mundo, no fue en quirófanos esterilizados, ni tuvo neonatólogos esperándolo para sus cuidados primarios, no hubo médicos, ni enfermeras, ni se prendió ninguna luz indicando el sexo, ni incubadora, ni reparto de cigarros, ni brindis con champaña, sin embargo, recibió regalos de reyes como para otro rey, oro, mirra e incienso.
Solo lo acompañaron los que ya todos conocemos, pero el sitio no era el mas apropiado, puesto que fue en un refugio de animales, donde habría paja, estiércol y tierra polvorienta, sin embargo el convirtió el lugar en algo tan especial que con  solo haber venido a este mundo, ese lugar es hoy guardado y venerado.
Hasta las partículas del polvo que habitaban en ese refugio, esa polvareda existente debió ser impactado por su santa y divina presencia, era nada menos que el hijo de Dios concebido por su Espíritu Santo, todo a su alrededor debió haberse santificado.
Así se convirtió esa tierra polvorienta, común y corriente en algo sagrado al entrar en contacto con el ser predestinado.
Los caminos, no eran asfaltados, ni existían autopistas, ni vehículos con aire acondicionado, solo trochas polvorientas por donde transitaban vehículos de tracción de sangre mulas, caballos, asnos, camellos, máximo carretas tiradas de bueyes u otro tipo de animal.
Cuando nació fue trasladado a otro lugar, en burro por lo que estuvo que ser envuelto por el polvo del camino, por mas que lo protegiera su virgen madre entre telas que también la ayudaban a cubrirlo del inclemente sol del día y del inmenso frio de la noche.
Eso debió ser una nube de polvo que danzaba a su alrededor compuesta por partículas que armonizaban su danza con una canción de cuna.
Estaban alegres y dichosas porque ellas también adoraban al hijo del creador, y que las escrituras las habían seleccionado para ponerlas en su camino.
Y que con humildad y obviamente sin egoísmo, se iban turnando la compañía durante todo su trayecto.
Siempre fueron tan importantes que el propio creador las tomo en sus manos para modelar a quienes serian los huéspedes del Edén.
Además, estuvieron presente en todas sus actividades, fueron testigos principales y presenciales durante toda su santa vida, aleluya quien fuese aunque sea una de esas partículas que formaban el polvo sagrado, tan solo por estar cerca de Él.
En muchas ocasiones también las respiró entrando en el cuerpo, de quien nunca enfermo y de quien nunca pecó.
Sus pies, sitio donde quisiéramos estar todos, adorándole, allí siempre estuvo primero ese polvo sagrado del camino, del andar de la predica, haciendo la ruta del hijo de Dios ….


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